Cumbre de Marrakech, proceso irreversible hacia las acciones climáticas
Por Fausto Pereira, consultor en Unifikas
Tras doce días de encuentros políticos e institucionales, la COP 22 celebrada en la ciudad marroquí de Marrakech se cierra con el objetivo de mantener vivo el “espíritu de París”.
En diciembre de 2015, casi 200 naciones se comprometieron a impulsar medidas para contener los fenómenos del calentamiento global. Hoy, once meses después, surgen dudas. Tras las elecciones presidenciales de principios de noviembre, Estados Unidos podría salirse del acuerdo, y no es para menos. El presidente electo, Donald Trump, considera el cambio climático un “cuento chino”.
El texto impulsado en Marrakech no tiene efectos prácticos como tal. Sin embargo, y debido a la incertidumbre que la elección de Trump ha causado, una de las noticias más positivas de la cumbre ha sido la llamada 'estrategia 2050'. En ella, 22 naciones se han comprometido a publicar la hoja de ruta de las medidas que tienen previsto tomar, sector por sector (industria, transporte, agricultura, etc.) para resolver el problema de los gases de efecto invernadero en 2050. Entre estas naciones están EE.UU., Alemania, Canadá, Brasil, Francia o Reino Unido, pero no figura España. En el caso de Alemania, el acuerdo es disminuir hasta un 95% las emisiones de gases de efecto invernadero para esa fecha, mientras que el plan del Gobierno de EE.UU. es de rebajarlas un 80%, si Trump quiere.
Los expertos en cumbres climáticas aseguran que nunca antes de Marrakech se había hablado tan claramente de la necesidad y de la urgencia de acometer una "transición justa" hacia una economía descarbonizada y sin combustibles fósiles, y es que “cuanto más investigan los científicos, más se alarman de la velocidad que se produce el cambio climático”.
El año que viene, 2017, se celebrará otra nueva cumbre del clima, la COP23, bajo el patrocinio de Fiji aunque con sede en Bonn (Alemania). Sin embargo, no será hasta 2018, en la COP24 de Polonia, cuando se aprueben las reglas definitivas para cumplir los compromisos que contengan el calentamiento global. Será entonces también cuando se decida el destino del esfuerzo económico a realizar para ayudar a los países menos desarrollados en su adaptación al cambio climático. Hasta entonces, tanto para ellos como para las ONGD todo seguirá siendo papel mojado.